miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA CASA DEL LAGO

Una visita al departamento que alberga el Lago más importante del Perú

Por Katherine Subirana

Ahora le encuentro sentido a la manía de bautizar las ciudades. A Puno, motivos le sobran para ser la 'capital del folclor peruano'. Al menos en febrero, cuando en plena fiesta de la Candelaria desfilan, por sus principales calles, bailarines al ritmo de saya, morenada o diablada, entre decenas de coloridas y pegajosas danzas en recorrido devoto y carnavalesco.

Puno no solo es el punto medio en una ruta de mochileo, Cusco-Bolivia (para ir al convulsionado país de Evo Morales, solo necesitas tu DNI), sino una parada obligatoria para conocer el lago navegable más alto del mundo: nuestro Titicaca.

Conoce Puno primero

Si Puno es tu primer contacto con el Altiplano, una pastilla para el soroche y descansar un par de horas, antes de continuar la aventura, caen de perlas. El aire serrano, que circula a 3.800 m.s.n.m., tan libre de las toxinas capitalinas, puede causarte más estragos que beneficios. Sin duda, eso por falta de costumbre.

La Plaza de Armas de Puno es, como toda plaza, el corazón de la ciudad, el punto de partida para cualquier cosa. En nexo entre la Municipalidad, la Comisaría, la Catedral, el centro bancario y la Calle Lima. Calle que de día es el Jirón de la Unión puneño, y que en la noche se convierte en una suerte de Calle de las Pizzas, con diversión para todos los gustos y los bolsillos. Recomendables: Las discotecas El Ekeko y Dominos, y los restaurantes El Buho, La Hacienda y si tienes un par de soles más, El Coca Kintu. Favor no retirarse de Puno sin haber probado el vino caliente.

Para quienes gusten del trekking y de recorrer los caminos de nuestra historia, Sillustani los espera a 40 minutos de Puno, con los restos de la cuna de la civilización andina. Allí verán la vitrina natural de decenas de chulpas (cementerios incas y preíncas). Pero para los aficionados a dejar volar la imaginación en los indescifrables límites entre el cielo y el agua, cuando ambos comparten un azul intenso (como el que usábamos al pintar de pequeños), nada como el tour por las islas del Titicaca: Uros, Taquile y Amantani.

Las Islas de junto al cielo

Las islas de totora se sostienen en el lago casi como las nubes en el cielo, solo que amarraditas. Reforzadas con totora trenzada, se aferran en las partes menos profundas del lago para que sus habitantes vivan como sus ancestros y para que curiosos visitantes queden boquiabiertos. Valgan verdades, de algo tiene que vivir la gente, y la principal entrada de los isleños, es el turismo.

A 10 minutos del centro, parte --desde el embarcadero-- el tour a las islas a partir de las 8 a.m.; con 25 soles te aseguras el día navegando por el Titicaca. Conocer en cada isla las costumbres del lugar tiene la virtud de traspasar lo anecdótico. El recorrido no sólo te habla de costumbres de los isleños, sino de los problemas de la contaminación por lemna (lenteja de agua), sobre las posibilidades del turismo, de los criaderos de truchas, y de por qué los habitantes de las islas no pagan impuestos. Un paseo constructivo para ver que el “Perú profundo” va más allá de sus impresionantes tradiciones locales.

La ruta es más que espectacular, el contraste natural agua-cielo-islas es pleno, y los rayos de sol calentando las aguas azules del lago (el paseo no incluye la parte contaminada) casi te hacen creer que el calentamiento global no existe en el Perú, que la armonía natural es perfecta. Eso sí, es recomendable llevar gorro, lentes de sol, casaca y chalina, pues el cielo puneño es tan hermoso como traicionero.

No hay comentarios: