Desde la antigüedad más remota, el hombre se pregunta una y otra vez porqué hay sufrimientos en la vida. Si Dios es el padre, si Dios es amor, compasión, entonces porqué hay tanto sufrimiento?
Observa tu propia vida, siempre que estás cómodo, feliz, sin problemas, vives una suerte de sueño, te mueves y haces cosas, pero no te das cuenta que has perdido la consciencia, por eso cuando no hay sufrimiento, la devoción desaparece de tu vida. Solo cuando hay sufrimiento tus ojos se vuelven hacia Dios, tu corazón se mueve hacia la oración. En el sufrimiento hay algo oculto que te hace más consciente de quien eres, de a donde vas. En un momento de sufrimiento tu consciencia es intensa.
El sufrimiento te da consciencia, te hace sentir que debes cambiar, que debes volverte nuevo, que debes renacer, estás en el sufrimiento, así que debes hacer algo. El hombre sufre porque no hay otra forma de crecer, de madurar, porque solo a través del sufrimiento llega a ser más consciente, y la consciencia es la clave.
Solo alguien que no ha tratado de vivir, que ha evitado la vida, puede librarse del sufrimiento. Por eso en algunas familias muy ricas solo nacen idiotas, por lo mucho que los protegen y cuando proteges tanto a alguien, no lo proteges de la muerte, lo proteges de la vida.
Siempre que fracasas en algo, no será un fracaso definitivo, puedes trascenderlo. No hace falta que vuelva a ocurrir o que vuelvas a cometer el mismo error, la misma equivocación. El hombre sabio sufre tanto como el que no lo es, pero cada vez sufre de manera distinta. El hombre sabio comete tantos errores, pero no comete siempre los mismos errores. Esa es la diferencia. Nunca temas cometer errores, simplemente recuerda que no hay necesidad de cometer el mismo error dos veces.
El sufrimiento trae consciencia, pero si cada vez te mueves más en la consciencia, el sufrimiento desaparece. La próxima vez que sufras, no te quejes, no conviertas tu sufrimiento en angustia. Más bien, obsérvalo, siéntelo, míralo desde todos los ángulos posibles. Haz de él una meditación y ve que ocurre.
Observa tu propia vida, siempre que estás cómodo, feliz, sin problemas, vives una suerte de sueño, te mueves y haces cosas, pero no te das cuenta que has perdido la consciencia, por eso cuando no hay sufrimiento, la devoción desaparece de tu vida. Solo cuando hay sufrimiento tus ojos se vuelven hacia Dios, tu corazón se mueve hacia la oración. En el sufrimiento hay algo oculto que te hace más consciente de quien eres, de a donde vas. En un momento de sufrimiento tu consciencia es intensa.
El sufrimiento te da consciencia, te hace sentir que debes cambiar, que debes volverte nuevo, que debes renacer, estás en el sufrimiento, así que debes hacer algo. El hombre sufre porque no hay otra forma de crecer, de madurar, porque solo a través del sufrimiento llega a ser más consciente, y la consciencia es la clave.
Solo alguien que no ha tratado de vivir, que ha evitado la vida, puede librarse del sufrimiento. Por eso en algunas familias muy ricas solo nacen idiotas, por lo mucho que los protegen y cuando proteges tanto a alguien, no lo proteges de la muerte, lo proteges de la vida.
Siempre que fracasas en algo, no será un fracaso definitivo, puedes trascenderlo. No hace falta que vuelva a ocurrir o que vuelvas a cometer el mismo error, la misma equivocación. El hombre sabio sufre tanto como el que no lo es, pero cada vez sufre de manera distinta. El hombre sabio comete tantos errores, pero no comete siempre los mismos errores. Esa es la diferencia. Nunca temas cometer errores, simplemente recuerda que no hay necesidad de cometer el mismo error dos veces.
El sufrimiento trae consciencia, pero si cada vez te mueves más en la consciencia, el sufrimiento desaparece. La próxima vez que sufras, no te quejes, no conviertas tu sufrimiento en angustia. Más bien, obsérvalo, siéntelo, míralo desde todos los ángulos posibles. Haz de él una meditación y ve que ocurre.
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