Por Luis Solari de la Fuente. Ex primer ministro
En plena crisis financiera mundial, reuniendo el Perú privilegiadas condiciones para mantenerse como destino atractivo de inversiones, la semana pasada nos dimos el lujo de enviar señales contrarias a ellas: Gabinete peruano cae por corrupción en concesiones petroleras, escuché consternado en un medio internacional. En una situación mundial de riesgo, el inversionista así nomás no se moviliza a cualquier país.
Mientras, conocimos que el interior del país, con respuestas desde 52,4% hasta 84,8%, opinaba que el Gobierno "no ejerce el principio de autoridad, es intolerante con las críticas, es ineficiente, no cuenta con un buen equipo de gobierno, no combate la corrupción, gobierna para los ricos, es distante del pueblo, y no cumple con sus promesas" (CPI).
Complicado escenario el del cambio de primer ministro. Pareciera haberse tomado en cuenta más el ámbito nacional. Como era de suponer, ya recibí desde el extranjero la noticia de unos inversionistas en curso que, conocida la designación, decidirían esperar.
Sin descontar los méritos que posee, cinco flancos acompañarán al designado: 1. No ubicarse en el centro político. En una situación compleja, como la descrita, todos deben sentirse representados. 2. Provenir de un cargo irrenunciable de elección popular. Ya aplicado el artilugio jurídico, esto traerá inevitable costo político. 3. El pasado sacado a flote por algunos. 4. Anunciarse candidato presidencial, lo convierte en blanco de competidores. 5. Haber inscrito silenciosamente su partido en el JNE, el mismo día que aceptaba al presidente su designación como independiente.
Tendrá varios dilemas en puntos críticos para la gente. Ser quien se resista a refrendar el nombramiento de alguien cuestionado, o ser quien firme sin chistar. Ser el que deja que se extinga el 'petroescándalo', o ser el que llega hasta donde haya que llegar en la lucha contra la corrupción. Ser el que se deja convencer por la burocracia de que el principal problema en la educación de los pobres es cualquiera menos no poder costear el material educativo, o ser el que actúa rápidamente para revertir tal situación. Ser el que tolera que peruanos que ganan por debajo de la canasta básica tengan que pagar por su salud, o ser el que reglamente la Ley 28588 y cumpla con dar sin costo salud a los pobres.
También otros. Ser el que ve las cifras de droga decomisada y no exige decomisar el triple en insumos, o ser el que convierta en estandarte la lucha contra ese flagelo. Ser el que acepta recortes de presupuesto donde se mata a nuestros soldados, o ser el que cuadra a la tecnocracia. Ser el que acepta recortar el gasto de inversión en los departamentos pobres, o ser el que la vuelve a cuadrar. Ser el que descentraliza competencias y recursos mientras la población migra en sentido inverso, o ser el que descentralice económicamente al país y resuelva así la pobreza y olvido de miles de pequeños productores. Ser el que entrega al secretario general de su partido la mayor red social urbana y rural, el Ministerio de Salud, o ser el que no usa el Estado para fines partidarios.
Como dice Hamlet, acto tercero: "Ser o no ser, esa es la cuestión...".
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