Te arrojaba la sombra efluvios de agonía.
El silencio se hizo turbador y anhelante.
Escuché un susurrar de pétalos rosados.
nardos entre nardos blancos, se me mostró tu cuerpo.
Sentí de pronto indignos los toscos labios míos.
Mi alma cumplió un sueño conmovido: posar
en tu encanto, que sabe retener tanta luz,
el tembloroso hálito de algún místico beso.
Desdeñando los mundos que el deseo encadena,
gélida mantuviste tu sonrisa inmortal:
Sobrehumana y extraña resiste la Belleza
y exige la distancia radiante del altar.
En torno a ti, esparcidos, sollozaban los nardos
y tus senos se erguían, intactos y orgullosos.
Quemaba en mi mirada el doloroso éxtasis
que oprime en los umbrales de la divinidad....
NAGORITO52
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