Jóvenes subempleados: Entre el hambre y la necesidad
Tener un mal trabajo o no tenerlo es un problema que parece no tener solución. Aquí una mirada sobre el tema
Por Katherine Subirana
¿Qué es peor: no tener trabajo o tener un mal trabajo? Pregunta complicada. Para un adulto la respuesta sería no tener trabajo. Para un joven de nuestro tiempo, probablemente también. De otra manera no se explica que --según cifras de la Asamblea Nacional de Rectores-- un 45% de profesionales se encuentra subempleado, o que, según cifras de la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 31 millones de jóvenes en Latinoamérica (profesionales o no) compartan esa condición.
Trabajo por debajo
Subempleo es lo que está por debajo de un empleo digno. Es una situación en la que la mano de obra no está aprovechada en su totalidad, o en que el puesto de trabajo está mal remunerado o es de categoría inferior a la que correspondería a la persona que lo desempeña.
¿Pero por qué poner énfasis en el desempleo o subempleo juvenil, o cuál sería la diferencia entre este y la problemática adulta?
El asunto va más allá de la simple diferencia de edades, pues si bien en ambos casos se busca mejorar la calidad de vida, en el caso de los jóvenes la idea es lograr "trayectorias laborales positivas", tal como lo define Luis González, consejero técnico principal del Proyecto de Promoción del Empleo Juvenil para América Latina (Prejal), de la OIT.
González apuesta por el establecimiento de políticas que aseguren al joven el acceso a un empleo digno, con capacitación adecuada y acceso a la información laboral pertinente, por lo que la educación juega un papel importantísimo. Sin embargo, el desempleo y el subempleo afectan principalmente a quienes viven en constante situación de pobreza y exclusión. Los casos de subempleo infantil son los más propensos a seguir en este camino, ya sea en la informalidad o en lugares donde no existen derechos laborales, también porque su acceso a una educación adecuada es menor. Otro problema que aumenta el nivel de subempleo es la problemática del primer empleo: la dificultad de encontrar la primera chamba es tan grande como el tener que aceptar un trabajo en malas condiciones, o condiciones fuera de ley.
Manos a la obra
Diversos estudios, entre ellos el de la International Youth Foundation, corroboran que el de-sempleo y subempleo juvenil es, en el ámbito mundial, hasta tres veces mayor que el adulto. Por un lado, debido al aceleramiento de los cambios de trabajo en todos los países por el proceso de globalización, y por otro, por el nivel de competencias laborales en los jóvenes.
Una de las cosas que concluyó la Declaración de Asunción (Paraguay) respecto del empleo juvenil fue la necesidad de que "en cooperación con los países en desarrollo se elaboren y apliquen estrategias que, escapando de la burocracia del papel, proporcionen a los jóvenes un trabajo digno y productivo".
Es en ese camino que el Ministerio de Trabajo, junto con la OIT, elaboró un plan de empleo juvenil que está esperando el visto bueno de la nueva administración.
Este plan apostaría por mejorar los niveles de capacitación y el marco legal, además de incluir especificaciones regionales que promuevan la participación del Estado, la empresa privada y sobre todo las escuelas. Quedamos a la espera de su publicación y, más que nada, de una eficiente ejecución.
Habla el que sabe
UN PROBLEMA MUY SENTIDO
Nicolás Zevallos Trigoso. Presidente de la Asociación Civil JuventudDes
La necesidad de un Plan Nacional de Empleo Juvenil evidencia que el subempleo es un problema sentido por los jóvenes. Las empresas buscan en ellos perfiles que difieren de la formación recibida. Como consecuencia, los jóvenes trabajan en algo para lo que están sobrecalificados.
Desde el 2000 se conoce este divorcio. Según el Ministerio de Trabajo, para entonces el 30,5% de los jóvenes trabajadores eran empleados en tareas de un rango menor a las de su formación profesional. Ocho años después, en las audiencias realizadas para elaborar el Plan, los jóvenes señalaron que esto no ha cambiado. Así, su remuneración no corresponde al esfuerzo, tiempo y dinero invertido en su educación superior y mucho menos a sus expectativas. La ausencia de una estrategia que vincule ambas esferas es una causa de este problema.
Por ello el Plan debe buscar dicho empate. Institucionalizar el diálogo con el empresariado para conocer y publicitar sus necesidades laborales, y generar un sistema de información para que los jóvenes conozcan las oportunidades de empleo.
El buen manejo de estos factores debe permitir que el tiempo, esfuerzo y dinero que inviertan los jóvenes en profesionalizarse rinda más y mejores frutos.
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