domingo, 3 de octubre de 2010

POEMA PERDIDO DE RIMBAUD

Revolviendo en la biblioteca de mi recuerdo, encontré este poema que firmaba un tal A. Rimbaud. Pero ¡vaya usted a saber! Si yo es otro igual pudiera ser que yo fuera él... ¿O no?


Pelé las palabras.
Me descubrí en el fondo,
trabado en un cieno pantanoso
minado con trampas colosales,
erizado de sables asustados,
matriarcado tiránico y clasista.

Huí despavorido hacia el abismo.
Apenas diecinueve otoños abrasados
en una combustión inacabable:
ardieron los filos de mis versos,
prendieron los hilos de mis sueños,
llovió un dolor universal, clarividente,
y caí en picado,
Ícaro escarnecido.


* * *

Pelé el silencio.
Lo ahogué en alcohol.
Mi contorno se desdibujó lento
y lo que fui se diluyó en el borde de mis ojos.
Aun así, en mi conciencia residual
seguía percutiendo insistente
un oráculo impenetrable y anónimo:

“Lo venidero es futuro imperfecto,
subjuntivo que sobrenada en la duda,
como tú y tu nada irreversible”.

Lo entendí en un súbito fogonazo
al buscarme en los posos de mí mismo.
La poesía agonizaba en mi interior
y tuve que extirparla, como hice antaño
con las verdades luminosas de la infancia,
para dejarla exenta e indefensa,
latiendo aún entre mis manos,
ante el cínico negocio de la vida.

Después les escupí en la cara
y me reí de sus ripios decadentes.
Luego se los devolví engastados
en la luz terrible de las nuevas palabras
recién traídas del infierno.

* * *

Al final no dejé títere con cabeza.
Otro con mi nombre y con mi cara
vivió dieciocho inviernos más
dando tumbos por el mundo,
pervirtiendo la conciencia con el lucro,
confundiendo poesía y desmesura,
aleando atrocidad y corazón.
Porque lo cierto es que yo tampoco sobreviví.

A. Rimbaud

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