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Mucho se habla de los distintos generos y
aportes de cada poeta al enrequicimeinto de este
tipo de composición. Si bien cada uno de los
cultores lo realzó y amplió, otros lo difundieron por
el territorio entero.
A Sogui se le conoce como el padre del haiku y
sus composiciones fueron de carácter elegante. Fue
famoso por sus travesías por todo el territorio.
Además de poeta, gozó de las virtudes de ser un
fino caligrafista, pintor y oficiante de la ceremonia
del té. Sogui logró independizar el hokku del renga,
dándole forma al haiku. Así como Bashõ, Sogui fue
un solitario y su sentimiento ante la expresión
poética se resumía en «momentos de visión».
¿Habrá cesado
la llovizna de mayo?
Murmura el agua
Gracias a Sogui y Sokan, el haikai-renga se
vuelve más popular y se desprende de las reglas tan
complicadas para el entendimiento de la gente
ordinaria. Pero Sokan no sólo logra rescatar esta
composición de los artificios, sino también logra
darle realce, despojándola de la vulgaridad y la
banalidad extrema a la que estaba sujeta.
Aunque haga frío
no te acerques al fuego
Buda de nieve
Moritake, hombre muy culto y diestro en el
haiku, introdujo diferentes formas en las
composiciones clásicas. A Moritake se le recuerda
por un hermoso hokku compuesto una noche en
que un grupo de monjes estuvieron reunidos:
Mirando el cuarto
veo que todos los presentes
son octubre
Posteriormente se produce la primera división
de este género por la aparición de dos escuelas: la
Escuela Teimón y la Escuela Danrin.
Teitoku fue considerado como el poeta más
renombrado antes de Bashõ. Fundador de la
Escuela Teimón, incrementó el contenido poético
usando términos coloquiales propios de China, pero
abogó por el estilo delicado, culto y de gran
invención verbal.
Hora del tigre.
Niebla de primavera
¡también rayada!
La Escuela Danrin cuyo principal representante
fue el poeta Soin, estableció un nuevo grupo de
escritores del haiku. Cansado del manierismo de
Teitoku, regresó al estilo de Sokan introduciendo un
haikai más libre e interesante, donde cualquier
palabra, cualquier expresión era válida, inclusive
hasta el azar. Vulgaridad y obscenidad no fueron
suprimidas. Demostrando una tendencia de ser un
arte más humanista.
Lluvia de mayo:
es hoja de papel
el mundo entero
Según Bashõ: «si no hubiese sido por Soin,
todavía estaríamos lamiéndole los pies al viejo
Teitoku».
Luego de las primeras tendencias del haiku
aparece el arte y maestría de quien es considerado el
primer gran poeta del Japón: Matsuo Bashõ (1644-
1694). Según los biógrafos, es a los cuarenta años
cuando recién escribe el gran poema que lo hizo
muy famoso y respetado por toda la tradición
japonesa:
El estanque antiguo
Salta una rana
El ruido del agua
Hijo de un sirviente de una poderosa casta
samurai, se educó con el heredero de los Todo, quien
era dos años mayor que él. Ambos aprendieron
poesía con un discípulo de Teitoku, así como
también otras artes de refinamiento. Su compañero
muere a la edad de 25 años y Bashõ apenado por su
muerte pide separarse del servicio de la familia y
viaja a Kioto. Después de algunos años se traslada a
Edo (Tokio) donde conoce a Soin, a cuya escuela
pertenece por un buen tiempo.
Habiendo conocido a maestros de importancia,
Bashõ comenzó a variar su estilo, elevando su
sensible calidad hasta llegar a transformarla en una
creación que integraba los conceptos de sobriedad
(sabi), humanidad y sutileza.
Aroma del ciruelo
y de pronto el sol sale:
senda del monte
Bashõ alcanzó reputación y renombre y su
«estilo nuevo» contempló el principio emocional
producido por la simple descripción a la manera de
una lectura visual. Este fue conocido como
«principio de la comparación interna» donde la
profundidad radica en lo simple y cotidiano.
El mar oscurece:
el grito de los patos
ligeramente blancos
A los 38 años, Bashõ abandonó su vida de
vagabundo y habitó en una cabaña de Fukugawa,
frente a un bosque de bananeros. Pero un incendio
acabó con su choza incitándole al peregrinaje.
Años después escribe su gran libro de viaje
titulado Sendas de Oku donde la prosa y la poesía se
unen ante las maravillas de la naturaleza. Libro
donde aparecen descripciones realizadas por el
viajero que se internó hacia el norte del Japón,
pocos años antes de su muerte. Bashõ fue un
hombre sencillo y puro, casi un asceta, que halló en
la poesía la consagración de su vida.
Recogiendo hacia el mar
las lluvias de mayo, corre fresco
el río Nogami
Si bien fue un devoto del Zen, no siguió las
exigencias de la meditación y la disciplina. Para él la
experiencia vital con el mundo era lo más
importante.
Mar tempestuoso
sobre la isla de Sado:
la Galaxia
A pesar de su vida dedicada a la poesía y de la
importancia universal de su arte, se dice que de los
dos mil poemas compuestos por él, sólo cien son
realmente buenos, habiendo sido éstos escritos
durante los últimos diez años de su vida. Según
Blyth, en la poesía de Bashõ pueden hallarse varios
géneros y temas:
épica
El soplo del viento
suena entre las piedras
del monte Asama
vida cotidiana
Choza de pescadores
confundidos:
grillos y camarones
informalidad
Lleva mi caballo
a través del páramo
donde el pájaro canta
humor
¡Despierta! ¡despierta!
yo haré de ti amiga
pequeña mariposa que duermes
delicadeza
En la campiña
sin tocar cosa alguna
canta la alondra
plasticidad
La ola se retira
tréboles en pedazos
conchas rojas, despojos
patetismo
Viejo y enfermo
mis sueños caminan
en campos muertos
De él se recuerda una anécdota brillante con su
discípulo Kikaku, sobre el poema del pimiento. El
alumno escribió el siguiente haiku:
Libélulas rojas
quitadle las alas:
¡son pimientos!
a lo que Bashõ respondió:
Estos pimientos
agregadle alas
¡son libélulas!
Bashõ, poseedor de una personalidad serena y
religiosa, siempre decía a sus discípulos: «No sigan
las huellas de los antiguos. Busquen lo que ellos
buscaron».
Es primavera
la colina sin nombre
entre la niebla
y culminaba: «Los pensamientos que existen en mi
corazón sobre la belleza de las cosas de cada
estación son tan numerosos como las arenas de una
playa».
Se va la primavera
queja de pájaros, lágrimas
en los ojos de los peces
Luego de Bashõ, el haiku encuentra en Buson la
nueva alternativa para vincular de una manera
distinta este género. En su obra uno puede observar
la sabiduría sutil y simple de Bashõ, así como la
intimidad de Issa quien imprimió al haiku la
correspondencia afectiva de los animales hasta
elevarla a una categoría humana. Harold Henderson
compara a Bashõ con una perla y a Buson con un
diamante.
En la campana del templo
descansa dormida
una mariposa
Si en Bashõ encontramos un sentimiento
religioso estético y moral equilibrados, en Buson
hallamos una característica que no poseía Bashõ: su
fineza y sensibilidad despierta y directa hacia sus
temas.
Sólo al caerse
se alza en su esplendor
la peonía
Bashõ es más pasivo, profundo. Buson está
cargado de mayor energía en su percepción de la
vida humana.
Un loto blanco:
el monje
está decidiendo cortarlo
Buson nació en 1715 y murió en 1783. Además
de poeta se le conoce igualmente como pintor,
encontrándose muchas de sus obras en algunos
templos de Kioto. Buson fue el creador de una
escuela impresionista y también el propiciador del
movimiento de retorno a Bashõ.
La niña muda
se convirtió en mujer:
ya se perfuma
Donald Keene apunta lo siguiente: «Buson
aportó al arte del haiku una romántica calidad de la
que careció Bashõ. Digamos que Buson fue un
poeta más cortesano debido al rango aristocrático
del que gozó». Buson escribió más de dos mil
haikus, en los que destaca positivamente el fervor
de la búsqueda de la belleza.
Lluvia de verano:
miles de palabras
sin sacar mi pluma
A diferencia de Bashõ, Buson y Shiki, que
tuvieron numerosos discípulos, Issa, otro de los
grandes poetas del Japón, no tuvo ninguno y
mantuvo una vida completamente privada e
inestable.
Los poemas de Issa son extremadamente
simples. En tal sentido puede decirse que el
contenido le importaba más que la forma y que
fundamentalmente accedía a la emoción poética
precisamente por su audacia, síntesis y gran
limpieza.
Florido el ciruelo
el ruiseñor canta:
estoy solo
Issa nació en la aldea de Kashiwara en 1763.
Tres años después perdió a su madre. Este hecho
dramático sería el primero de una larga vida de
adversidad, que seguiría con la pérdida de su esposa
Kiku y de sus cinco hijos. En memoria de su esposa
escribió muchos poemas, algunos de los cuales
aluden a ciertas experiencias vividas que
indirectamente recordaban a aquella mujer que
había compartido su existencia.
Insectos no lloréis,
hay amores que tienen que partir
aun en el cielo
Con la intención de dejar un heredero volvió a
casarse. Si bien consiguió realizar su propósito, no
alcanzó a conocer al nuevo ser, ya que su hija Yata
nació cuando el poeta ya había muerto.
Para el mosquito
la noche también es triste,
triste y sola
Lo más encantador y notable del carácter de
Issa fue su amor hacia los mosquitos y otros
animales voladores, así como las pulgas, ranas y
culebras.
En esa cara
hay algo, hay algo... ¿qué?
Ah, sí, la víbora
Issa escribió cincuenta y cuatro haikus sobre la
culebra, quince sobre el sapo, cerca de doscientos
sobre las ranas, doscientos treinta sobre luciérnagas,
más de ciento cincuenta sobre el mosquito; noventa
sobre animales voladores y cerca de setenta sobre
varios insectos. En resumen, más de mil versos
sobre tales criaturas.
Primera estrella.
¡No pensemos que la ha encontrado
este faisán que grita!
Blyth observa su poesía y dice: «Es algo como
Heine en su tendencia al sentimentalismo y en su
amor al contraste y al sarcasmo. Su humanidad le
hace ser el menos japonés de los poetas del haiku.
Dirige su interés hacia la esencia cósmica de las
cosas».
Sembré un pino
y envejeció también
esta tarde de otoño
Considerado como el restaurador del haiku, el
cual estaba decayendo desde la época de Buson,
Shiki (1867-1902) aparece como la voz
amplificadora de la tradición.
En el jardín
un fruto rojo
sobre la escarcha
Enfermo de tuberculosis desde su juventud,
murió a los 35 años. Además de poeta, Shiki se
desempeñó como crítico, fundando una publicación
periódica titulada Hototogisu.
Él fue quien descubrió la palabra haiku, como
combinación entre hokku y haikai desligando para
siempre este género de la práctica del renga. Como
crítico fue muy severo en sus apreciaciones, aunque
se le reconoce como el ensayista más prestigiado de
todas las épocas. Shiki admiró mucho a Buson, al
que le dedicó un ensayo largo e interesante. Pero
subestimó a Bashõ, el cual para su gusto era
demasiado pasivo.
A Shiki se le enmarca dentro de una tendencia
parnasiana e impresionista, ya que abogaba por un
retorno a las fuentes de la poesía, recopiladas en el
Manioshu.
Ah, si me vuelvo
ese pasante ya
no es sino bruma
Durante su corta vida Shiki escribió por lo
menos 80 ensayos cortos sobre el haiku y temas
relacionados.
Yo que me voy
tú que te quedas:
dos otoños
La presencia de estos cultores ha hecho que el
haiku se desarrolle y amplíe sus formas de expresión
otorgándole profundidad y variedad a estas
composiciones. En el siglo XX si bien es cierto que
otras formas y técnicas alumbran la nueva poesía
japonesa, la tradición del haiku sigue vigente en
muchos poetas que cultivan, junto con otras
técnicas literarias del verso libre, la síntesis del
haiku. Por nombrar un caso, encontramos un
ejemplo contemporáneo en el renombrado poeta
Seisensui, a quien se le conoce como renovador
formal del haiku, aunque manteniendo su rico
espíritu. De él el poema titulado
Eco
¡Hey!- clama el hombre solitario
¡Hey!- responde la solitaria montaña
Por: Alfonso Cisneros Cox
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