sábado, 21 de noviembre de 2009

LI BAI, ENTRE LA PEERSONA Y EL PERSONAJE


LI BAI, LI PO, LI BO, LI TAI-PEI, LI TAI PO)

«Cien poemas por galón de vino, eso es Li Bai, quien duerme en las tabernas del mercado de Chang’an»1, así traduce Stephen Owen estos versos que Du Fu (712 – 770) dedicó a Li Bai (701- 762). La vida de los dos autores se cruza: Du Fu es quizás el poeta más reconocido de la Dinastía Tang, Li Bai le sigue de cerca, aunque por las poemas que conservamos, podemos deducir que Du admiraba a Li Bai, aunque éste no llegó a devolverle ninguna loa. Decía Stephen Owen que lo que tenían en común los dos poetas es que Du Fu admiraba a Li Bai y Li Bai también se admiraba a sí mismo. La biografía de un ego como el de Li Bai es un puzzle difícil: su obra gira en torno a él, utiliza las figuras de la época para situarse por encima de toda simbología, incluso su epistolario resulta dudoso en muchas ocasiones. Li Bai se encargó de construir, además de su poética, la imagen de un personaje bohemio, desligado del sistema, superior a una sociedad en la que parece que no llegó a encajar del todo bien, y lo hizo utilizando herramientas que otros grandes de la tradición literaria china le habían legado, a saber Tao Yuanming (365 - 427) y, en mi opinión, el padre de la rebeldía taoísta, Zhuangzi. Los detalles de su biografía son confusos.
La fuente de muchos de los datos que existen sobre su vida es el propio Li Bai, quien intenta forma una imagen peculiar de sí mismo para diferenciarse del resto de los autores de su época. De esta forma pretende compensar una total falta de contactos en la corte imperial, demostrando su cualidad de hombre único, superior al resto, capaz de violar las normas tanto estilísticas como civiles de la época.
Sin ir más lejos, sus orígenes son inciertos. Por lo que sabemos Li Bai nació en 701, al igual que Wang Wei (701 – 761) y diez años antes que Du Fu. La familia de Li Bai pudo tener orígenes turcos o iraníes. Según se defiende en algunas biografías del poeta, su familia, de origen chino, había estado exiliada en occidente, volviendo a China seguramente cuando Li era niño o unos años antes de su nacimiento. Es posible que la historia del éxodo de su familia sea la primera invención de Li Bai para ocultar sus orígenes bárbaros. Según diferentes teorías, Li Bai pudo haber nacido en Quin’an, en la provincia de Gansu, o tal vez en Shuiye, actual Rusiam según historiadores del siglo XX2. Podemos considerar a Li Bai sencillamente de origen bárbaro por su comportamiento alejado de las convenciones chinas de la época y su aspecto físico peculiar, descrito por el propio poeta en una carta: Aunque no llego a siete pies de alto [unos dos metros], tengo el corazón más bravo que diez mil hombres.3

Su nombre se pronunciaba bó en chino antiguo, por lo que también se suele escribir frecuentemente como Li Po, Li Bo o Li Tai Bo. Entre los numerosos apodos que inspiró en su vida se encuentran “El ermitaño de los lotos verdes”, “El exiliado del cielo” o “El dios de los perros”.

Li Bai trató ensalzar sus orígenes familiares, seguramente humildes. Aseguraba ser descendiente de Li Kao, mandatario de un reino semibárbaro del que descendía la casa de Tang, estableciendo así supuestos lazos familiares con la realeza de la época.

Pese a sus orígenes foráneos, Li Bai se crió en Sichuan, de donde era también originario Sima Xiangru, importante escritor de fu durante la dinastía Han (202 a.e. – 220). Esta provincia goza de una gran tradición literaria en lo que a escritores de fu se refiere, sin embargo no jugó nunca un papel destacado en la producción de shi –género dominante en la poética Tang-. Los grades autores de Sichuan, Sima Xiangru y Ch’en Tzu-an, serán una importante influencia no sólo en la obra de Li Bai, sino también en su vida, intentando imitar sus excentricidades y adoptar ciertos paralelismo en sus biografías. Uno de los rasgos fundamentales de Li Bai es el rechazo al protocolo cortesano heredado de la moral confuciana para convertirse en un viajero solitario, –ahora que Confucio ha muerto, ¿quién va a llorar por él?4, escribió- perfil enfrentado totalmente con sus pretensiones fallidas de acceder a un puesto burocrático en la corte. Podemos entender esto como una forma de contrastar con la sociedad: para los habitantes de una zona no hay nada más extraño que un extranjero, si éste es además excéntrico y poco discreto su peculiaridad se agudiza, y el objetivo de Li Bai era ser único. Algo similar sucedió con Tao Yuanming, aunque la diferencia laboral estriba en que éste sí consiguió acceder a un puesto en la administración para, más tarde, abandonarlo y retirarse a una zona rural.
El joven poeta era un niño aventajado. Recibió una educación clásica y ya de joven escribía fu y manejaba la espada. Entre los dieciocho y los veinte años realizó dos retiros al monte Daitian, para aprender de los maestros taoístas, que inspiraron el temprano poema Visito a un monje taoísta del monte Daitian y no lo encuentro:

Ladridos de perro irrumpen en el rumor de las aguas,
Realza el rocío las flores de melocotonero.
Fugaces se ven algunos ciervos en el bosque espeso,
No se oyen campanas junto al torrente del mediodía.
Bambúes silvestres hienden las nieblas azuladas,
Manantiales vivos penden de las rocas jadeantes.
No hay nadie que sepa decirme dónde puede haber ido,
Descorazonado me apoyo entonces en algún pino.5

Este poema ya le perfila como un poeta brillante en potencia. Li Bai maneja muy bien los efectos poéticos, utiliza figuras elegantes y sugerentes: “Bambúes silvestres hienden las nieblas azuladas” o “Manantiales vivos penden de las rocas”. Pero el poema se abre con una imagen que desequilibra la escena. El ladrido del perro, que es precisamente lo primero que encontramos en el texto, es un elemento demasiado tosco sonoramente, además, el verso al completo carece de adornos. Li Bai había empezado desafiando los cánones estéticos de la época.

Li Bai heredará del sichuanés Sima Xiangru su imagen cercana a la divinidad. Sima estaba considerado un escritor de inspiración sobrehumana y Li incorporará a su imagen esta característica de genio a nivel universal que quedará ligada también a su obra. Ambas servirán como desahogo para la obsesión de Li Bai por la inmortalidad. Su efigie quedó bien definida y hoy día la crítica lo conoce con el sobrenombre de “poeta inmortal”. Su divinidad es la protagonista, como es frecuente en su obra, en el poema Bebiendo sólo bajo la luna I, que Guojian Chen traduce así:

[...]
Aunque la luna no puede beber,
Y mi sombra en vano me sigue,
Las tomo por compañeras transitorias.
¡Divirtámonos antes de que pase la primavera!

Canto mientras la luna pasea.
Bailo, mientras mi sombra vacila.
Antes de mi embriaguez nos solazamos juntos.
[…]6

Li Bai ha heredado la pasión por el vino de Tao Yuanming, y no sólo la plasma en su obra, sino también en su biografía. Pero más importante aún es la relación entre el poeta, su sombra, y la luna. Es el propio Li Bai el que dicta el movimiento de sus dos compañeras, la luna pasea conforme Li Bai se mueve –no al revés-, la sombra vacila cuando Li Bai baila –porque aunque la sombra imite el movimiento del poeta, éste debe ser más grácil, más elegante en sus gestos-. Es más, es el mismo poeta quien las “toma por compañeras transitorias, y no al revés. Li Bai sitúa su figura por encima de la de la luna.

La influencia del taoísmo es importante en la obra y biografía de Li Bai. Era la doctrina defendida por el Xuan Zong, emperador de la dinastía Tang en aquel momento, y, por lo tanto, la postura más favorable para acceder a la corte. El taoísmo, como fuente de inspiración, ayudará a Li Bai a construir en sus poemas un universo sugerente y, en cierto modo, mágico.
Por esta época otro poeta precoz, Wang Wei, era presentado ante la corte.

Alrededor del año 720, Li Bai, según él mismo aseguraba, se había convertido en un famoso poeta local. Se encuentra ante dos posibles estilos de vida tentadores y enfrentados. Por un lado la vida de ermitaño taoísta, por otro lado la vida en la corte en la que desarrollar y demostrar sus dotes artísticas. Finalmente elegirá el camino de la poesía, pero jamás pasará los exámenes imperiales, que requerían superar unas duras pruebas provinciales y nacionales, para luego desempeñar posiblemente destinos fronterizos que suponían un riesgo y cargos de subalterno de poco prestigio. Li Bai, impulsivo e impaciente, falto de apadrinamiento en la corte, decide emprender una serie de viajes por el Río Amarillo en busca de un protector a quien demostrar su valía para entrar en la corte. Parece contradictoria la reacción de Li Bai cuando el gobernador de Kuan-han le ofreció un puesto: Oyó hablar de nosotros y vino a vernos. Luego nos propuso enviarnos a la capital en calidad de “personas de extraordinarias aptitudes”, pero no aceptamos.7

Para el año 730 Li Bai se había establecido en An-lu, donde se casó con la hija de una familia de cierta influencia local, seguramente con el objetivo de rodearse de cierto ambiente ilustrado o noble. Li se encargará poco más tarde ensalzar su contexto familiar exagerando los detalles referentes a la nobleza de los parientes de su esposa.
Li Bai tuvo varias esposas y sólo conocemos, a través de su poesía, datos de la tecera, Zong, admirada por el poeta por sus conocimientos taoístas. En el poema Enviado a mi esposa en mi viaje al sur, camino de Yelang, aparece la separación, uno de los temas más frecuentes de la Gran Época Tang:

Yelang está más allá del cielo, maldita distancia.
Del pabellón al claro de luna casi no hay noticias.
Pronto los gansos de la primavera habrán vuelto al norte.
Desde mi viaje con rumbo hacia el sur no ha habido misiva.8

El poeta exagera la distancia, del mismo modo que es capaz de representar lo cotidiano a través de un filtro idílico. La tristeza por la ausencia de su mujer está implícita y a la vez alimentada por la ausencia de noticia. Es característico de esta época dejar la pasión amorosa entre las líneas, exaltando en su lugar la angustia por la separación.

A principios de la década de los 740 Li Bai reemprendió sus viajes en búsqueda de contactos y a través de un maestro taoísta consiguió un puesto en la academia Han-lin, una institución externa al gobierno que no requería pasar unos exámenes de acceso. De este modo logró una posición cercana al emperador Xuan Zong, donde intenta destacar en presencia de miembros del harén imperial, como Yang Guifei. Compartía mesa con el emperador y se sintió fuertemente decepcionado por la actitud irresponsable de Xuan Zong, que había abandonado el gobierno en manos de sus ministros.

De esta época, sin poder separar realidad de ficción, podemos hablar de Li Bai como un hombre excéntrico y bebedor habitual con una falta absoluta de respeto cuando aparecía ante el emperador Xuan Zong. Li Bai era un defensor del gobierno de virtud y, por tanto, un enemigo posible de los ministros que conspiraban contra el emperador, quienes le ofrecían un trato vejatorio. Su posición no era en absoluto estable, al contrario de la de otros poetas como Wang Wei. Se basaba en una adjudicación a dedo. Por esa razón o quizás por algún desliz causado por la ebriedad, su trabajo en la corte se vio en peligro. Antes de 742 la poesía de Li era absolutamente desconocida y en 744, apenas tres años después de entrar a la academia Han-lin, se vio forzado a salir de la corte o a tragar con la presión de sus oponentes.

Li Bai abandonó entonces Chang’an y viajó hacia el este, primero a Lo-yang y después a Pien-chou. Viajó durante diez años, intentando labrarse una reputación como poeta y personaje. Era una tarea difícil, pues le precedían su fama de bebedor de comportamiento imprevisible. Nadie se atrevería a recomendarlo para un puesto de responsabilidad.

En Lo-yang conoce a Du Fu, con quien entabla una amistad legendaria, en el sentido de que es mítica dentro de la historia de la literatura, así como de dudoso rigor histórico. Du Fu era aún un poeta joven y desconocido. De la relación entre ellos sabemos que Du escribió quince poemas a Li Bai y Li sólo unos pocos a su joven amigo. Esta relación unilateral es descrita de una manera un tanto exagerada por Stephen Owen: «como se sugirió antes, su famosa amistad era unilateral; su punto en común más importante era su admiración compartida hacia el propio Li»9.

Cuando la rebelión de An Lushan estalló, Li Bai, quien aseguraba haber predicho la el levantamiento y haber intentado prevenirlo, permaneció en el sudeste del país con la intención de mantenerse a salvo, pero tras la abdicación de Xuan Zong y la llegada al poder de Suzong, el nuevo mandatario del gobierno “legítimo” creó una fuerza militar para controlar la zona baja del río Amarillo y establecer allí un estado independiente. En su viaje para tomar Yang-chou, Suzong incorporó a Li Bai a la expedición como literato de la corte10 . Fue precisamente en Yang-chou donde cayó la milicia de Suzong y Li Bai escapó con la huída de las tropas disueltas. Li Bai asegurará más tarde haber sido apresado por Suzong, escapando de su captura antes de llegar a Yang-chou. De estos momentos se conservan poemas de Li Bai que reconocían que la expedición era comandada por el gobierno central, lo que no queda muy claro es si se trataba de un acceso de ingenuidad aguda o una pose de Li, que tenía querencia a arrimarse a cualquier árbol que diera sombra en la que cobijarse.

Esto le llevó a prisión en 757, poco después de la caída de la armada de Suzong, en la que permaneció poco tiempo, hasta recibir la libertad condicional, que aprovechó para continuar sus viajes y solicitar el perdón del emperador.

Estos viajes, realizados por el sur del país, iban a desembocar en principio en el exilio de Li Bai. El poeta postergó su destierro con visitas a conocidos y nobles, realizando banquetes de despedida y escribiendo inspirado por la desazón y la ebriedad. Li no llegó jamás a salir de China, porque supo retrasar su éxodo hasta el punto de que en 759 recibió la amnistía sin que él hubiese llegado a poner un pie fuera del país. Emprendió entonces el viaje de regreso, buscando de nuevo un padrino.

En el invierno de 759 Li Bai cayó enfermo y se alojó en casa de su amigo y erudito Li Yanghing, a quien pidió que editara sus obras junto con un prefacio.

Li pasó los últimos años de su vida viajando por el río Amarillo, de nuevo intentando en vano conseguir un puesto de trabajo en el gobierno. Murió en 762 habiendo confiado sus escritos a su amigo Li Yanghing, de profesión calígrafo. Pese a haberse ganado ciertos seguidores, Li Bai no llegó a ser un poeta reconocido en vida, mucho menos el mejor de la época, como se le considerará después. Fue en los últimos años del siglo viii cuando empezó a surgir cierto interés por su trabajo y a principios del siglo ix ya se tenía a Li Bai y Tu Fu como máximos exponentes de la poesía de la época.
El último detalle biográfico de Li Bai, su muerte, está también impregnado de leyenda. La idea más plausible es la muerte por intoxicación por mercurio, al estilo del emperador Qin Shihuan, intentando probar alguna fórmula taoísta para alcanzar la inmortalidad. La versión más romántica de su muerte cuenta que ésta se produjo cuando Li Bai, mientras daba un paseo en barca en estado de ebriedad y ataviado con sus mejores galas, se lanzó al río, ahogándose, para intentar abrazarse al reflejo de la luna en el agua.

La biografía de un autor excéntrico, bohemio, viajero, parece una definición de su método de trabajo. Nada más lejos de la realidad. Podríamos caer en el error de pensar que la obra de Li se construye en sus viajes, en sus penurias. En tal caso bastaría hacer el equipaje y recorrer mundo para ser un poeta consagrado y pasar a formar parte de los clásicos. No hay que olvidar que lo que conocemos de Li Bai es en buena parte un personaje que él quiso crear. Se trata de un ingenioso truco de marketing que funciona. Si se acompaña una buena obra de una biografía enigmática se obtienen los ingredientes ideales para componer una imagen atractiva para el lector.

Personalmente, no creo en el literato cuya obra proviene de una inspiración de origen difuso, que no venga de un trabajo constante. No creo que Li Bai, ni nadie, encontrara la forma perfecta de sus poemas bajo los efectos de una importante borrachera. Tao Yuanming confiesa de manera implícita en Bebiendo vino lo caótico de la escritura bajo los efectos del alcohol:
En cuanto me emborracho no puedo evitar algunos versos para mi placer. Papel y tinta forman montañas, pero los textos no están en orden. Le pido a un amigo que los copie para que podamos disfrutar y reír.11

A nivel técnico, la obra de Li Bai no se solía salir de los complejos cánones estéticos de la época, por lo que debemos imaginar –y, pese a todo, sigue siendo un ejercicio de imaginación- a Li Bai, en algún momento, cantando o escribiendo ante un papel, sobrio y concentrado, hasta dar con la forma perfecta para el poema


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