En muy pocas ocasiones, un proceso penal recibe tanta atención como la que ha recibido el juicio contra el ex presidente Fujimori. Más allá de la coyuntura de la sentencia, los efectos sobre la vida nacional peruana no deben subvalorarse. La sentencia ya es conocida. Ahora corresponde a la comunidad jurídica y a la sociedad en su totalidad asimilar y comprender el contenido del fallo. Fujimori es culpable dictaminó el tribunal, y la sentencia será objeto de apelación. Es decir, la contención judicial continúa. No obstante, lo que prevalece son los hallazgos en derecho muy graves que se han dado a conocer.
Mediante el uso de la técnica judicial, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema estableció que se perpetraron delitos de lesa humanidad y que el ex mandatario fue responsable como autor mediato de su perpetración (que incluye acción directa de fomento al grupo Colina y actividad de encubrimiento). La implicación de estos hechos probados es profunda: el poder público fue desviado con fines criminales.
En síntesis, el resultado del juicio vuelve sobre un punto esencial para el Estado de derecho en cualquier parte del mundo: el fin no puede justificar los medios. Como nos recuerda Hannah Arendt, la violencia siempre cuenta con justificación, pero no con legitimidad.
La sentencia por los casos de La Cantuta y Barrios Altos contiene avances en su comprensión de la violencia estatal: hace frente a la negación oficial, impide el sustento de las justificaciones de los perpetradores y dignifica a las víctimas de estos hechos.
El establecimiento de responsabilidades individuales es un paso difícil pero necesario para combatir la atrocidad y evitar que su comisión vuelva a acontecer. El ejercicio de atribución de responsabilidad individual centra el debate y recuerda que la atrocidad no es un concepto etéreo, sino una serie de prácticas concretas que implican decisiones humanas.
El juicio contra el ex mandatario no es el primero ni será el último, pero sí es un hecho de inusitada importancia para el desarrollo de la vida nacional peruana.
Es un proceso que trasciende históricamente por la normalidad con la cual transcurrió. Al margen de la existencia de incidentes que pueden ser resaltados como hitos en el juicio, el mayor hito es la ausencia de incidentes de alteración. Fue un juicio normal y esa es la noticia.
DIRECTOR DEL CENTRO INTERNACIONAL PARA LA JUSTICIA TRANSICIONAL
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