lunes, 7 de abril de 2008

EDIPO

En la extencion de todos los años que no saben contarse
hemos llegado siempre después, cuando la oscuridad helada
ya se halla tras de nuestra piel, en toso sitio
esperándonos.
¡ El calor afilado de la ultima vez , apenas eso es
lo que suena desde los cactus calcinados, prometiéndonos !
Entetanto, aposentados en el acecho de lo que no retornará
con el sol, ¡ comó saber si somos nuestra soledad atándonos
a la negrura, o si somos la negrura que alma de disfraz tiene !
Si tu risa sin fiebre mis manos han tocado
o si están cubiertas de sangre , no lo saben
Un sabor triste , dentro del pecho, sin su fruto
imagina reconocer algo tuyo etraviándose.

¡ Lengua tu de la noche insondable de bocas
que me antojan, desmemóriame !

Con murallas de sangre de los míos me separan, cercándome.
¿ Tenemos de qué , si ya no existo ?
Me enterraron dispersoy distante de mí , entre osamentas que se desconocen.

Tenemos de qué ?

Ak fin de la noche ninguna voz camina
nos han hecho creer que esa voz atendemos
El final de la noche no da sombra :
nos han querido hacer creer que esa sombra somos.
¡ Candela castrada, no tallo bajo cielo, que se quiebra,
el aqui mentiroso, por su flor alejada distinguimos !
Sin pretexto de altura nos juntamos al final de la noche
y sobre hogueras hembras crezco al viento que no se ruboriza.
Un silencio nomás necesito para poder volver a comenzar
¡ En ese silencio, conviérteme !
Una palabra nomás quiero para volver a comenzar
¡ En esa palabra , reencárname !
Una canción nomás quiero para poder volver a comenzar
¡ En esa canción, regrésame !
¡ Has que reviva en mí el hermano errante
que solamente sobre brisas descansa !

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