sábado, 2 de octubre de 2010

Las mujeres no caen del cielo (I)

Anoche estuve en Aura y Gótica y me aburrí profundamente. Probablemente se deba a que ya excedí – por largo trecho - mi cuota de Lima o a que no estoy siguiendo correctamente a mi intuición. Anoche también había una fiesta en la casa Tupac (una fiesta de artistas en Barranco) a la que no fui por huevón. La resaca, a estas horas de la mañana, recrimina sin piedad mis malas elecciones.





El problema es que tengo este bendito carnet del Box - el VIP de Aura - que no me ha costado ni un mango y que ejerce un poderoso magnetismo en momentos de indecisión. Sobre todo porque mis patas más cercanos y solteros son caseritos y les encanta dar vueltas por el incansable circuito social limeño: Aura –Gótica – Picas - Bizarro - alrededores y algunos nuevos restaurantes que no conozco y que, la verdad, tampoco me provoca conocer. Ignoro cuál sea el afán de sumergirse siempre en la misma pecera, que además de estar chocándose con los mismos pescados una y otra vez, está repleta de tiburones.

Bueno, a todo esto hay que sumarle que últimamente me he vuelto un poco antisocial, - me da flojera andar metiendo letra, no soy el juerguero de antes ni el chonguero que nunca he sido y prefiero quedarme solo contemplando el panorama con un trago en la mano que perderme en conversaciones aburridas, que me interesan mínimamente y que son incapaces de despertar una pizca de emoción. Aunque también debo reconocer que esa actitud amarrete, al menos ayer - y por la que me ha jalado las orejas una amiga muy cercana, - genera involuntarias distracciones en las que no veo, ni reconozco – y por ende no saludo - a las personas con las que sí me provocaría encontrarme.

Hace dos semanas, por mi cumpleaños, me llegó una caja de cartón cuidadosamente envuelta remitida por una lectora del blog que recién he conocido. Contenía varios objetos y una carta con instrucciones precisas (además de un saludo bastante original elaborado con algunas citas de mis posts). Las instrucciones eran las siguientes:

Busca dentro de la caja y encontrarás:

UNA BRÚJULA …para que nunca pierdas el camino.
UNA REGLA Y UN LÁPIZ … para que traces tu futuro.
UN CHUPÓN …para que nunca pierdas al niño que llevas dentro
UNA BOTELLA DE VINO … para que lo disfrutes en el momento indicado
UN POSTRE DE CHOCOLATE Y LÚCUMA … para que sonrías aún cuando a veces la confusión y las personas no lo permitan.

Feliz cumple y pásala mostro.
Un beso.
T.

Esa caja ha sido de lejos el mejor regalo que he recibido este año. El postre me lo empujé en el acto. El chupón ha servido creativamente para un próximo experimento artístico, el vino espera pacientemente el momento indicado y ahorita voy a trazar – con la regla y el lápiz – una línea recta que me lleve a desentrañar las causas de mi flojera, a conocer las otras caras de Lima y a salvaguardar mi esquiva y caprichosa inspiración.

Cuando termine de dibujarla sujetaré el papel con la brújula y me aseguraré que el norte apunte bien lejos de Larcomar.

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