miércoles, 2 de diciembre de 2009

PENINSULA DE OJIMA

Península de Ojima




Ojima es una estrecha lengua de tierra que penetra en el mar. Todavía hay vestigios de la ermita del bonzo Ungo y aún puede verse la roca sobre la cual meditaba. Se entreven algunos devotos que viven a la sombra de los pinos, retirados de la vida mundana. Habitan apaciblemente en chozas de paja, de las que sale continuamente el humo de los conos de pino y hojas secas que queman. Aunque no sabía qué clase de gente realmente era aquélla, sentí unas extrañas ganas de conocerlos, pero cuando me acercaba a una de sus chozas me detuvo el reflejo de la luna sobre el mar: el paisaje de Matsushima se bañaba ahora en una luz diferente a la del día anterior. Regresé a la playa y me hospedé en su parador. Mi cuarto estaba en el segundo piso y tenía grandes ventanas. Dormir viajando entre nubes, mecido por el viento. Extraña, deliciosa sensación.


En Matsushima

¡sus alas plata pídele,

tordo, a la grulla! (Sora)


Me acosté sin componer poesía pero no pude dormir. Recordé el poema chino sobre Matsushima que Sodo me regaló al abandonar mi choza. También Anteki Hara me había dedicado un tanka con el mismo tema. Abrí mi alforja e hice de esos dos poemas los compañeros de mi insomnio. Había también los haikú de Sampu y Dakushi. (1)



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Notas:

Yagamuchi Sodo (1647-1716), poeta en haikai; Hara Antequi (se desconocen las fechas de su nacimiento y muerte), poeta en tanka; Sampu; Nakagawa Dakushi (tampoco se saben las fechas de su nacimiento y muerte), poeta y discípulo de Basho.

Sugiyama Sampu (1648-1733). Comerciante acomodado de Edo (Tokio), protector de Basho y discípulo suyo. Fue poeta de cierta distinción.






Puente en la Isla Ojima

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