viernes, 10 de abril de 2009

LOS DICTADORES NO SON INVULNERABLES

Jorge Avendaño Jurista

Escribo estas primeras impresiones cuando por cierto no he leído todavía las 700 páginas de la sentencia. Pero me atrevo a afirmar que dicha sentencia tiene un profundo significado en el Perú y en el mundo entero. La semana pasada, a propósito del alegato final de Fujimori, los diarios “The New York Times”, “Financial Times” y “Wall Street Journal” informaron con detalle y en lugar destacado sobre este trascendental proceso judicial. No es frecuente que se juzgue a un ex presidente y menos aun que lo haga un tribunal especial compuesto por tres vocales supremos de distinguida trayectoria en el campo del derecho penal. Es además alentador que lo haya hecho el Poder Judicial del país del procesado y no una corte internacional en procura de un fugitivo.

Hace unos meses, los fujimoristas no hacían queja alguna contra el juicio y el tribunal. Pero desde hace unos días, cuando empezó a vocearse la sentencia condenatoria, comenzaron a poner reparos. Incluso la hija del ex presidente ha dicho que todo esto “es una farsa”. ¿Qué sabe la señora Keiko de lo que es un proceso judicial para calificarlo de farsa? Ella misma había adelantado que si había condena protestarían contra el fallo. De modo que lo único que admitía era la absolución. Criterio razonado y sustentado de una madre de la patria…

Mucha gente ha opinado de los temas legales que rodean este caso. Se ha reclamado una prueba de que Fujimori actuó. Olvidan que nadie ordena por escrito que se mate a otro. Olvidan que contra Abimael Guzmán tampoco hubo una prueba plena e indiscutida de que causó todos los muertos que el país lamentó. Olvidan que en derecho existe la prueba indiciaria, que es prueba también, que supone varios requisitos que la doctrina penal señala y que en este caso se han cumplido.

Se ha dicho que el juicio se convirtió en político. Esto no es cierto. De lo poco que he leído, el razonamiento y la fundamentación de la sentencia son exclusivamente jurídicos, como tiene que serlo, porque es el Poder Judicial el que ha juzgado y no el Congreso de la República.

Finalmente, me asombro cuando algunos grupos dicen que acatarán el fallo. ¿Qué otra cosa les queda? Acepten o no la sentencia, Fujimori está detenido y allí se quedará hasta que una sala de cinco miembros de la Suprema se pronuncie finalmente. Así pasa con los dictadores: creen que son eternos e invulnerables. Esta sentencia les enseña que no.

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