viernes, 27 de noviembre de 2009

LI HE :UN PROTO BARROCO CHINO


Li He: un (proto)barroco chino


Una genealogía aproximativa del barroco y del neobarroco es relativamente precisa: Kircher, Góngora, Calderón, Sor Juana, El Lunarejo; Martín Adán, Girondo, Lezama, Sarduy, Perlongher, Kozer, Echavarren… Luego de leer los poemas que hay traducidos de Li He, poeta chino de inicios del siglo nueve, me quedan pocas dudas de que quienes escriben y/o se interesan por el neobarroco hoy, pueden empezar a ver como un venerable ancestro a este poeta marginado por la tradición poética china durante más de un milenio.

Es bien sabido que la poesía de la dinastía Tang, la más prestigiada del gran país, tenía en el equilibrio, la limpidez formal y la armonía, incluso lógica, sus principales afluentes. Frente a esto se posiciona la naturaleza inquieta y libérrima de la poesía de Li He, ajena a estilos acendrados y condicionamientos referenciales. Dice Francois Jullien, en un libro que ya he comentado acá, La urdimbre y la trama, que

La poesía de Li He se distancia muy claramente de ese gusto de la época porque, por sí sola, eleva el efecto de sorpresa y de asombro suscitado por el arte de la disonancia a las dimensiones de una visión poética. Falta de armonía voluntaria, contrastes bruscos, rupturas de plano, asociaciones inquietantes o paradójicas.

En suma, la poesía de Li He apuesta por una desfiguración de la percepción "natural" de la realidad y juega en los intersticios de lo inteligible y de lo estéticamente permisible en su tiempo, lo que la hace, a la luz actual, tremendamente moderna y con misteriosas y milenarias raíces rizomáticas con la nueva poesía barroca.

Dos son las líneas básicas que trabaja el poeta: el Lisao, que implica el resentimiento del poeta con lo externo y, a la vez, el tema del "paseo celeste", y la asunción de los motivos míticos y fabulosos de inmortalidad que la tradición dominante había dejado de lado debido al refinamiento de la dinastía Tang. Un par de textos de la Balada de lo alto del cielo:
 
Canto al cielo
El río del cielo gira en la noche, las estrellas vuelan en redondo
Orillas de plata, fluyen las nubes imitando el sonido del agua
Las flores de casia no han caído en el palacio de jade
Las inmortales recogen perfumes en su bolso del cinto
La princesa de Qin enrolla la cortina, amanece en la ventana del norte
Ante su ventana un fénix verde, pequeño
El príncipe toca la flauta de largas cañas de ánade
Invocando a dragones a roturar la bruma y plantar hierba de jade
Bruma rosa, cintas rojas, loto de falda de seda
Islotes esmeraldas caminan recogiendo primavera de brotes de orquídeas
Al este señala a Xihe galopando en su caballo
Mar y polvo renacen a los pies de la montaña de piedra.

¡No salgas!
El cielo está turbio, la tierra sombría
Serpientes de nueve cabezas se alimentan de almas de los hombres,
la nieve y la escarcha quiebran los huesos de los hombres.
Los perros salvajes ladran sueltos husmeando sus presas,
Y relamen sus garras al sabor del invitado vestido de orquídeas.
El emperador envía un carro para acabar con los males,
Las estrellas del cielo adornan su espada, el yugo es de oro.
Espoleo a mi caballo mas no hay camino de regreso,
Las olas del lago Liyang se levantan cual montañas.
Dragones venenosos fijan sus ojos en mi sacudiendo anillos dorados,
Leones y quimeras exhalan su pútrido aliento.
Bao Jiao durmió siempre bajo la hierba.
Yan Hui, a los veintinueve, encaneció.4
La sangre de Yan Hui no era débil, ni Bao Jiao contradijo al Cielo.
El Cielo temió que dientes los devoraran; por ello se los llevó.
Prístina claridad que, temo, no crees
Mirando al muro desnudo compones "Preguntas al cielo".

Tal vez sea difícil entenderlo ahora, pero la crítica china de su época y de muchos siglos posteriores no dieron cabida entre sus antologías a poemas como estos, y si Li He no fue escarnecido por "irregular", "fantasioso" y "desprolijo en extremo", fue simplemente obviado, clausurado como creador. Hoy, su figura empieza a elevarse como uno de esos dragones venenosos que canta en sus poemas, venenosos para el conservadurismo poético, por cierto.

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